Nos merecemos una regulación bancaria mejor
El motivo principal que ha llevado a Silicon Valley Bank (SVB) a la quiebra es haber sufrido fuertes pérdidas en lo que, regulatoriamente, se consideran «activos sin riesgo». Hablamos de bonos —deuda pública— a los que se les asigna un riesgo 0% cuando se calcula el ratio de capital cuando en realidad tienen un riesgo significativo que es bien conocido por las entidades reguladoras, que han preferido mirar a otro lado.
No es lo mismo que SVB hubiera invertido en emisiones a tres meses en lugar de bonos a largo plazo, ya que de haber sido así, no habría quebrado. De esto también son conscientes los reguladores, que han aplicado tabla rasa por categoría en vez de asignar un riesgo creciente en función del plazo a este tipo de activo financiero, sea público o privado.
Por tanto, el principal indicador de solvencia de las entidades financieras es inútil: una entidad puede tener uno de los ratios de capital más elevado y a la vez estar en quiebra técnica por la depreciación de los bonos de su cartera.
Al otro lado del charco nos encontramos con la compra de Credit Suisse por parte de UBS. Una compra que se ha saltado la supuesta prelación de pagos establecida tras la crisis financiera de 2008, al asumir las pérdidas algunos bonos «Aditional Tier 1» antes que los accionistas. La responsabilidad de esta situación no la tiene el regulador suizo, sino quién ha redactado las condiciones de los AT1 y de los inversores que han aceptado invertir en ellos.
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Esto saca a relucir unas carencias que se deben solventar, siendo más justos con nosotros mismos. No se llega a ningún lado maquillando riesgos en los ratios de capital ni sienod engañosos con las emissiones de deuda. Resolver esto es muy sencillo.
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