Cuando la demanda cambia, hay que invertir
2020 ha sido, sin duda, el peor año de las últimas décadas para la hostelería. El cierre temporal de sus establecimientos y la reducción del aforo permitido han supuesto una merma en los ingresos que ni el empresario más pesimista podría vaticinar hace doce meses.
A pesar de ello, muchos de esos establecimientos han invertido más que otros años en su futuro. Han acondicionado sus terrazas y han mejorado sus procesos para aumentar su capacidad de servir a domicilio. Es decir, han realizado o están realizando desembolsos extraordinarios justo cuando menos se lo pueden permitir sus cuentas de resultados, porque tienen que adaptarse a las necesidades de sus clientes.
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